Ciudades, campos de batalla, santuarios, puertos, montañas, ríos, cabos, campamentos, monumentos y un largo etcétera de lugares inmortalizados aunque solo sea con una fugaz referencia han atraído siempre la atención del historiador de la Antigüedad. Las calzadas romanas, si bien no son una excepción, han recibido un tratamiento diferente. Su búsqueda no ha pretendido una localización precisa sino más bien una aproximación general. Partiendo de las escasas y escuetas fuentes itinerarias el procedimiento habitual ha consistido en unir la línea de puntos formada por los asentamientos ubicados en su trayecto para esbozar un recorrido aproximado. Aunque no se obviaban materiales arqueológicos —los preciados miliarios, el hallazgo de unas monedas aquí y allá, la aparente factura romana de un puente, la existencia de un viejo camino empedrado…— una aproximación propiamente arqueológica con una prospección sistemática sobre el terreno y su pertinente excavación no ha sido práctica común hasta fechas recientes. Esta situación ha cambiado en los últimos años y de forma muy especial para el Pirineo occidental donde se han publicado propuestas muy precisas con detallados recorridos milla a milla.

Desde Tarraco hasta los últimos vascones que habitan junto al Océano
El resultado de esta nueva forma de afrontar la investigación nos depara sólidas propuestas para el trazado de varias calzadas de entre las cuales algunas correspondan muy probablemente con vías conocidas por las fuentes literarias grecolatinas. Tal es el caso de la carretera que, según Estrabón, comunicaba Tarraco con Oiarso. Una de las dos únicas calzadas mencionadas en el libro III de su Geografía, dedicado a la historia, etnografía y, como su propio nombre indica, geografía de Iberia.
Para el que va hacia el oeste Ilerda dista del Íber unos ciento sesenta estadios, de Tarraco, hacia el sur, unos cuatrocientos sesenta, y hacia el norte de Osca, quinientos cuarenta. A través de éstas [***] discurre el camino que va desde Tarraco hasta los últimos vascones que habitan junto al Océano, los de la zona de Pompelo y la ciudad de Oidasun junto al propio Océano, de dos mil cuatrocientos estadios.
Str. III 4, 10, traducción de J. Gómez Espelosín.
La identificación de esta calzada sobre el terreno estaba resuelta, al menos en líneas generales, desde Tarraco hasta Osca. La correspondencia que parte del camino guarda con uno de los trayectos referidos por el Itinerario de Antonino, así como la recuperación de cerca de una docena de miliarios permiten acotar de manera decisiva su trayecto. En contraste el tramo contiguo entre Osca y Oiarso no cuenta con la misma fortuna. Sin otras referencias literarias ni miliarios su localización no ha sido propuesta de forma consistente hasta la actualidad, y aún hoy de forma parcial pues queda pendiente por determinar buena parte de su recorrido. Concretamente lo que podemos considerar como definido es el segmento comprendido entre el yacimiento de Fillera/Campo Real, e Irún, donde se localiza la antigua Oidasun de Estrabón, Olarso de Plinio u Oiasso de Ptolomeo, y aún Ossaron del Ravenate pero que aquí llamamos Oiarso[1].
[1] García Alonso 2003 p. 160. «La forma genuina del nombre parece haber sido Oiarson-, del que procedería el Olarson- de Plinio por una confusión gráfica fácil de explicar. Oiasso —obsérvese la s geminada— representa una simplificación del grupo de consonantes.» (Michelena 1970 p.70).
Esta calzada había sido estudiada en su tercio inferior, entre los yacimientos de Campo Real/Fillera e Iturrotz, tras el descubrimiento en 2011 de tres miliarios en el paraje conocido como Mugarriluze en término de Aurizberri/Espinal (Martínez-Txoperena & Zubiria 2017 p. 162-165). Su hallazgo in situ abría la posibilidad de rastrear el recorrido de un camino que se reveló como una vía de comunicación entre las dos vertientes de los Pirineos. Al fin era posible una propuesta consistente para el paso por Ibañeta, el Summo Pyreneo más occidental del Itinerario de Antonino. El resultado de la investigación, además del trazado de la calzada y el descubrimiento de otros tres miliarios más, dejaba abierta una discusión sobre su correspondencia con alguna de las vías documentadas por las fuentes itinerarias conservadas.
Si bien en su parte más septentrional, desde el yacimiento romano de Zaldua, identificado con Iturissa, el trazado se adecúa sin problemas al recorrido del conocido por el Itinerario de Antonino como De Hispania in Aquitaniam. Ab Asturica Burdigalam —Iter XXXIV según la numeración establecida —, el tramo meridional al sur de Iturissa resultaba más problemático y más que una calzada bien pudiera tratarse de varias vías distintas. Así una segunda investigación concluía que efectivamente el sector comprendido entre los mencionados yacimientos de Campo Real/Fillera e Iturrotz cuenta con una continuación desde este último emplazamiento en dirección oeste hasta alcanzar —siguiendo la descripción de Estrabón— «la zona de Pompelo y la ciudad de Oidasun junto al propio Océano».
Desgraciadamente al margen de indicios de diferente valor sobre su recorrido, entre los que se encuentran las huellas aún hoy visibles no solo de la propia infraestructura viaria sino de las pequeñas canteras de acopio de materiales para su construcción, la prospección no ha sido tan generosa en lo que a miliarios y asentamientos se refiere. De entre estos últimos se identifica una posible mansio, o mutatio, próxima a la cota máxima en el lugar conocido como Odolaga. Asimismo, se plantea el posible origen romano de Doneztebe/Santesteban y especialmente Bera, donde consta el hallazgo de unas doscientas monedas datadas en los dos primeros siglos del Imperio. Desde esta población se abriría una alternativa fluvial pues sería posible embarcar y continuar el trayecto por el río Bidasoa para completar las últimas millas antes de alcanzar Oiarso. En Bera igualmente se constata una bifurcación, una segunda vía en dirección norte que sus investigadores describen como un camino minero al igual que otra calzada que desde algo más al sur parte en dirección a Etxalar. Esta es una cuestión relevante pues nos encontramos en un entorno caracterizado por la abundancia de yacimientos metalíferos cuyos restos han ofrecido dataciones de época romana. Precisamente en relación con la minería los investigadores de la Sociedad de Ciencias Aranzadi proponen dos emplazamientos desconocidos hasta ahora y definidos como castella[*] en Eskolamendi y Otsango, ambos en el entorno de Bera.
[*] El término castellum (plural castella) se refiere a una entidad de poblamiento (agrupado o disperso) que articula el espacio rural en el marco de la ciuitas. Se diferencia del uicus por su posición geográfica, pues generalmente se encuentran situados a cierta altura o en un lugar privilegiado desde el punto de vista estratégico y por la existencia de fortificaciones que protegen el recinto. (Fernández Ochoa et al. 2014)
Mansio
Establecimiento viario destinado al hospedaje, alojamiento y posada de los viajeros durante una noche o un breve periodo de tiempo. Etimológicamente el término procede de la palabra manere que significa «detenerse».
Mutatio
Establecimiento viario donde era posible cambiar los caballos y que cuenta con instalaciones muy sencillas. Etimológicamente procede de la palabra permutare (cambiar) Se emplea el término tanto para referirse al propio acto de cambio de los animales como para las estaciones de parada y cambio.
Statio
Lugar de encuentro y de negocios situados en los caminos, que, en ocasiones, corresponde a un lugar fortificado. Es el término más frecuente en las fuentes escritas y se mantiene hasta el último cuarto del siglo IV d.C. En ocasiones, cumplen la función de aduana. (Fernández Ochoa et al. 2014)
Finalmente, en lo que se refiere a miliaria, frente a los seis ejemplos mencionados líneas arriba, la prospección solamente ha hallado una pieza conservada en la iglesia de Lintzoain que por sus características —sección cilíndrica con base prismática— puede corresponder con un fragmento de miliario. Carente en cualquier caso de inscripción y sin otros hallazgos que arrojen luz sobre aspectos cronológicos permanece en pie la discusión sobre la datación de la vía entre Tarraco y Oiarso.
Partiendo del hecho de que la calzada es descrita por Estrabón la discusión se ha centrado en términos generales a si ha de datarse en tiempo de Augusto o si se trata de una obra del período republicano. La cronología preaugústea estaría avalada, al menos para el sector oriental, por un par de miliarios republicanos hallados al sur de Ilerda (Lostal 1992 p. 15). No obstante resulta significativo que en la somera descripción que hace Estrabón se percibe un tratamiento diferenciado en dos partes. Entre Tarraco, Ilerda y Osca el recorrido es cuantificado en estadios mientras que a partir de Osca no hay indicación alguna relativa a la distancia entre esta ciudad, Pompelo y Oiarso. Cabe suponer que la distinción es probablemente consecuencia de la trayectoria histórica de ambas regiones. El área comprendida entre Tarraco y Osca se integra en el mundo romano durante un periodo temprano de la conquista de Hispania entre finales del siglo III e inicios del II a.C., mientras que los territorios situados al oeste de Osca caen bajo el poder de Roma a partir del segundo tercio del siglo II a.C. —pese a que la historiografía continúe insistiendo en una supuesta conquista de Jaca en el 196 a.C. fruto de una injustificada corrección de Livio (XXXIV 20) ignorando que la lectura Lacetani, no Iacetani, está respaldada por Frontino (Strat. III 10,1) y Plutarco (Cat.Ma. 11,2)[2]—. En el caso de los últimos vascones que habitan junto al Océano el dominio definitivo de Roma parece haberse producido en una época algo posterior, durante el primer tercio del siglo I a.C. Por todo ello podrían establecerse al menos dos etapas en la construcción de la vía Tarraco-Oiarso. Una más antigua entre la costa mediterránea y Osca, y otra más reciente entre esta ciudad y el litus Oiarsonis. La cuestión es cuándo se habría producido esta última.
[2] «Sin duda, el apoyo filológico proporcionado por el texto de Plutarco y el de Frontino que relatan este mismo pasaje refiriéndolo a los Lacetani al igual que Livio, es de un valor decisivo, pues además Frontino toma su información de Livio, con lo que nos transmite el mismo texto de éste.» (Martínez Gázquez 1992 p. 77).
Junto al cuándo existe también un dónde estrechamente vinculado pues, como hemos advertido previamente, falta por determinar el recorrido de la vía entre Osca y el yacimiento de Campo Real/Fillera. Este dónde está unido al cuándo porque para algunos investigadores la conexión se produciría por Caesaraugusta coincidiendo con parte del trazado de la vía Ab Asturica Terracone del Itinerario de Antonino, lo que consecuentemente implica una datación augústea (Canto et al. 1998 p. 74). Sin embargo Estrabón no solo no menciona Caesaraugusta entre las ciudades vinculadas por la calzada (Tarraco-Ilerda-Osca-Pompelo-Oiarso) sino que el paso por la capital conventual supone un apreciable desvío en un trayecto que, en el estado actual de nuestros conocimientos, busca en todo momento el menor recorrido posible. En este sentido el camino más corto entre Osca y Pompelo no solo se adecúa al trazado propuesto por Juan Mari Martínez Txoperena y Rafael Zubiria, sino que supondría también una conexión directa entre Osca y el yacimiento de Campo Real/Fillera (Amela 2011 p. 123). Nótese que este emplazamiento ha sido identificado con la ciudad que acuñó moneda de plata con la leyenda paleohispánica arsaos (Fernández Gómez 2009), la ceca ibérica más importante de la región tras bolśkan —emitida por Osca—, y la ignota ba(ŕ)śkunes. Tarraco con kese e Ilerda con iltiŕta también batieron denarios ibéricos con lo que resulta coherente que tras Tarraco, Ilerda y Osca la calzada buscara comunicación directa con una ciudad, *Arsi, que si bien no ha dejado huella en las fuentes literarias tuvo un papel relevante según se desprende de la entidad de sus restos arqueológicos (Andreu et al. 2008).
Al margen de que de forma ideal «los caminos se trazaban atravesando el terreno en línea recta, sin vueltas ni rodeos» (Plut. Grac. 7, traducción de A. Ranz Romanillos) la percepción de la vía Tarraco-Oiarso como una línea recta queda implícitamente expresada por Plinio al tomar estas dos ciudades como referencia para medir la extensión de este espacio peninsular.
La anchura, desde Tárraco hasta la costa de Oyarson, junto a la falda del Pirineo, donde el territorio se estrecha como una cuña entre dos mares, de trescientos siete mil [pasos].
(Plin. NH. III 29, traducción de A. Fontán).
Tarragona-Irún: 452 km = ca. 306 mp = 2448 estadios (Gómez Fraile 2007 p. 324)
En consecuencia, la hipótesis de un trazado lo más corto posible entre Osca y Campo Real/Fillera resulta más verosímil que el desvío que supondría el paso por Caesaraugusta. Esta circunstancia implica ciertas cuestiones cronológicas ya que prioriza la conexión de una serie de ciudades cuya relevancia nos lleva a un tiempo previo a la fundación de Caesaraugusta. Mientras Estrabón describe una vía de penetración desde Tarraco hacia el interior, la imagen que se desprende del Itinerario de Antonino es la de un diseño radial a partir de Caesaragusta (Beltrán Lloris 1992 pp. 39-40). En definitiva la diferencia entre las necesidades de un tiempo de expansión e intereses estratégicos militares y una época de dominio estable y administración del territorio. Con lo que volvemos a la discusión sobre el cuándo.
Antes de Estrabón y Plinio, Diodoro de Sicilia había hecho una estimación de la longitud de los Pirineos «desde el mar meridional prácticamente hasta el océano septentrional, a lo largo de unos tres mil estadios» (Dio Sic. V 35, traducción de J. J. Torres Esbarranch). Una medida coherente con los «dos mil cuatrocientos estadios» con los que Estrabón mide la calzada y con la longitud que en su libro IV ofrece para el espacio entre los golfos al norte de los Pirineos: «Según Posidonio el istmo mide menos de tres mil estadios» (Str. IV 1, 14, traducción de F. Piñero). Esta cita es relevante pues Posidonio es una de las fuentes más importantes tanto para Diodoro como para Estrabón no siendo descartable incluso que Estrabón hubiera tomado la información sobre la calzada precisamente de su obra, hoy perdida.

< Geographical Systems of the Ancients, Dr. William’s Smith’s Ancient Atlas. Produced by John Murray, London, 1874. Drawn by Dr. Charles Muller. David Rumsey Map Collection.
«Sobre la mayoría de los cabos más importantes que se descatan de Europa, Polibio ha hablado mejor que Eratóstenes, pero no lo suficiente. En efecto, éste dice que son tres, el que desciende hasta las Columnas y sobre el que está Iberia, el que lo hace hasta el Estrecho y sobre el que está Italia y el tercero el que lo hace hasta Malea y sobre el que están todos los pueblos situados entre el Adria, el Euxino y el Tanaide.» (Str. II 4, 8, traducción de J. García Blanco). La condición peninsular de Iberia es conocida al menos desde Eratóstenes (s. III a.C.). A partir de este momento surge la necesidad de establecer sus dimensiones y el interés por la longitud de los Pirineos y el istmo que separa la península del continente.
En cualquier caso, teniendo en cuenta que Posidonio muere en hacia al 50 a.C. y que la muerte de Diodoro no parece haberse producido en fechas muy lejanas al 30 a.C., podemos concluir que en torno al segundo tercio del siglo I a.C. se tenía una idea aproximada de la longitud del Pirineo. A partir de aquí cabría plantear si la estimación de «unos tres mil estadios» pudo haberse deducido de la medida que ofrecía mayor precisión, los «dos mil cuatrocientos estadios» de la vía Tarraco-Oiarso. El propio Estrabón (II 4, 4) alude a los caminos como referencia para la medición de la Península, «actualmente se está de acuerdo, prescindiendo de las irregularidades de los caminos, en que la extensión de toda Iberia, desde el Pirene hasta el lado occidental, no es mayor de 6000 estadios». Consecuentemente, el tramo Osca-Oiarso requeriría una datación republicana que, tomando como punto de referencia la conocida glosa de Estrabón, «Pompelo como si dijéramos “la ciudad de Pompeyo”», nos deja a Pompeyo Magno y las consecuencias de la Guerra Sertoriana como terminus post quem.
En base a diferentes argumentos se han propuesto dos posibles momentos para la construcción de la vía. Entre los años 72-67 a.C., lo que implicaría la autoridad directa de Pompeyo Magno, o entre el 55-49 a.C. cuando Afranio ejerció como su legado en Hispania (Amela 2000-2001 p. 206). De Lucio Afranio sabemos que el 49 a.C. exigió jinetes y tropas auxiliares a «los celtíberos, cántabros y todos los bárbaros que habitan en la costa del Océano» (Caes. BC. I 38, traducción de J. Calonge). Aunque la alusión general, Cantabris barbarisque omnibus, qui ad Oceanum pertinent, no permite precisar a qué etnias se refiere, partiendo de la mención a los cántabros no hay muchas opciones que excluyan a los pueblos situados entre éstos y los vascones, aquellos que Estrabón (III 3,7) prefería no mencionar. La exigencia de Afranio no se explica sin una previa intervención romana en la región litoral, lo cual vendría a apoyar la hipótesis de una comunicación estable con la costa a mediados del siglo I a.C. Cabría por ello cuestionarse sobre la posibilidad de que en el 54 a.C., cuando César (BG. V 1) manda que los aparejos para la segunda expedición a Britania sean traídos de Hispania esté indicando la existencia de un asentamiento en el cantábrico con capacidad para cumplir tal envío. Por esas fechas no hay muchas posibilidades al margen de Oiarso.
De Hispania in Aquitaniam
Los sucesos posteriores a la conquista de Aquitania y las Guerras Civiles nos llevan a las operaciones militares contra la última resistencia de los pueblos del Pirineo occidental. Probablemente en el año 39/38 a.C. (App. HR. V 386; Eutrop. 7, 5) —en paralelo con la campaña contra los cerretanos—, y de forma más clara en los años 29-28 a.C. contra los tárbelos (Tib. I 7,9). A partir de este momento la presencia romana en el Pirineo occidental es ya patente en yacimientos como el del collado de Lepoeder, con un conjunto monetal datado en este periodo próximo a la conquista (Martínez Txoperena & Zubiria 2022, pp. 85-87). Si bien la mayoría corresponden a época augústea —tres ases de la Colonia Victrix Iulia Celsa, dos del Municipium Calagurris Iulia Nassica y uno de Emerita Augusta— la pieza más relevante es un quinario de Marco Junio Bruto acuñado en el 42 a.C. posiblemente relacionado con la legio IIII Macedonica que cuenta con testimonios epigráficos en el entorno de Los Bañales de Uncastillo, concretamente en un miliario (CIL XVII-1, 169 = IRMN 1) y en varias marcas sobre sillares en los pilares del acueducto (Jordán 2011 p. 326-330).
La conquista definitiva traerá un interés por la comunicación entre ambas vertientes. Si Estrabón presenta a Pompelo en la calzada Tarraco-Oiarso, como una polis próxima al Océano, la Pompelone del Itinerario de Antonino es una etapa hacia el Pirineo en la comunicación terrestre entre el norte de Hispania y el sudoeste de las Galias. Aunque las fuentes conservadas no hacen mención del proceso de expansión de la red viaria en esta región sabemos por Estrabón que durante las Guerras Cántabras los romanos se vieron obligados al envío de provisiones desde Aquitania, «con gran dificultad a causa de la escabrosidad del terreno» (Str. III 4,18). Según cabe deducir de diferentes materiales parece que inicialmente Roma habría tomado control de la que se denomina como vía alta, un camino trashumante prerromano. De ahí los mencionados hallazgos de moneda romana en Lepoeder y su fortificación, pero también un denario ibérico de turiazu en Château-Pignon y el medio centenar de monedas halladas en el pequeño santuario de Arteketa-Campaita, de entre las que las más antiguas son cuatro ejemplares de tiempo de Augusto y Tiberio, tres de ellos acuñados en Caesaraugusta y Calagurris (Buffières pp. 151-164). Una vez asentado el control del territorio el gran eje de comunicación se producirá no sobre estas crestas sino por el valle, la vía conocida como De Hispania in Aquitaniam. Ab Asturica Burdigalam, que posteriormente, en el siglo III, recoge el Itinerario de Antonino.

De esta calzada contamos con una propuesta para su trazado entre Arre, cerca de Pompelo, e Imus Pyreneus, el tramo que supone el paso del Pirineo (Martínez-Txoperena & Zubiria 2017 p. 176-198 & Martínez-Txoperena 2022). La prospección y puntual excavación arqueológica ha permitido recuperar algunos elementos significativos de la vía como dos miliarios en el entorno del Summus Pyreneus a los que se ha sumado en fechas más recientes un tercero en Etxezarreta, anepigráfico en este caso y desplazado de su emplazamiento original (Martínez-Txoperena 2022). Igualmente reseñable es la identificación de sillares almohadillados reutilizados en la actual carretera y que con toda probabilidad fueron labrados para la construcción de la calzada (Martínez-Txoperena & Zubiria 2017 p. 186). Sin embargo al margen de estos contados elementos la prospección no ha ofrecido hasta la fecha materiales del interés de los encontrados en una vía que había pasado desapercibida para buena parte de la historiografía.
Como señalábamos líneas más arriba fue la identificación de los tres miliarios de Mugarriluze la que dio comienzo a los años de fructífera investigación que han desembocado en el actual conocimiento de la red viaria romana en el Pirineo occidental. Uno de los principales valores del descubrimiento de estos miliarios y de la carretera romana que se encuentra a sus pies es el cuestionamiento que supone sobre lo que generalmente consideramos como vías principales. La calzada que une los yacimientos de Iturrotz y Zaldua en principio no cuenta con un reflejo en la documentación antigua. Sin embargo tanto en cantidad como en calidad ofrece elementos de un interés superior a otros tramos de vía conocidos por las fuentes itinerarias, de modo particular el que acabamos de referir entre Pompelo e Iturissa.
Es precisamente Iturissa la que plantea un primer interrogante[3]. La propuesta de localización de esta ciudad en Aurizberri/Espinal defendida ya por Julio Altadill (1923 pp. 40-41) se concretó finalmente tras el descubrimiento y excavación de un núcleo de población y su correspondiente necrópolis en el lugar denominado Ateabalsa (Peréx & Unzu 1997-1998). Ahora bien, durante esa misma campaña se dio con una segunda necrópolis, Otegi (Unzu & Peréx 2010), que en el contexto de las investigaciones de la red viaria romana pudo ponerse en contexto como el cementerio de un segundo asentamiento de época romana, Zaldua. A partir de este momento la historiografía tiende a identificar el yacimiento de Zaldua —de mayor extensión que el de Ateabalsa— como el núcleo de la antigua Iturissa. Sin embargo Zaldua no se encuentra exactamente en lo que suponemos es la vía definida por el Itinerario de Antonino como De Hispania in Aquitaniam. Ab Asturica Burdigalam, sino que tanto su casco urbano como su necrópolis se asientan sobre la calzada que desciende junto al río Urrobi. Es la población de Ateabalsa y concretamente su necrópolis la que se sitúa al borde de la calzada identificada con el Iter XXXIV, entre Pompelone y Summo Pyreneo.
[3] No entramos en el problema de las distancias. Turissa se encontraba a 22 millas de Pompelone y a 18 de Summo Pyreneo (It.Ant. 455.5-7), lo que la sitúa en una posición casi intermedia entre Pamplona y el Pirineo, mientras que Zaldua se encuentra muy cerca de Ibañeta. No parece un error de transmisión ya que las coordenadas que da Ptolomeo deparan una situación similar.
Ciertamente Zaldua se encuentra muy cerca de la unión de las dos vías así como de una calzada minera en dirección a Orbaitzeta, y el problema no merecería demasiada atención si no fuera porque la existencia de una población de importancia en la vía del Urrobi y no en la referida por el Itinerario de Antonino es coherente con otra serie de elementos. La relevancia de una carretera radica en la importancia política y económica de los espacios que comunica. La calzada del Urrobi vista en el marco general de la red viaria del Pirineo occidental supone la ruta más corta y cómoda entre Caesaraugusta y Aquae Tarbellicae, o Ὕδατα Αοὐγούστα según Ptolomeo. Dos ciudades con el nombre de Augusto cuya voluntad en la construcción (o mantenimiento: Sayas & Peréx 1987 p. 590) de la calzada entre Caesaraugusta y el yacimiento de Campo Real/Fillera consta en tres miliarios con respectivas menciones a las legiones IIII Macedonica, VI Victrix y X Gemina. Las tres unidades cuyos veteranos de las Guerras Cántabras parecen haber sido instalados en la colonia Caesar Augusta (Beltrán Lloris 2011). Unido al sector de la Tarraco-Oiarso entre Campo Real/Fillera y el yacimiento de Iturrotz —desde donde parte la vía del Urrobi hasta Iturissa— este eje viario articula como una columna vertebral la red urbana del territorio de los vascones entre Segia e Iturissa atravesando toda una serie de yacimientos de primer orden cuya correspondencia con alguna de las ciudades mencionadas por Ptolomeo (Βιτουρίς, Νεμαντουρίσσα y Τάρραγα, la ciudad de los foederati Tarracenses de Plinio NH. III 24) es muy probable.
Desde un punto de vista político el interés de trazar una calzada en este sector tendría una justificación adicional en la presencia de un oppidum en Peña de Gaztelu dominando el área de confluencia de los ríos Irati y Urrobi (Armendáriz 2009 pp. 234-235). Aunque no sepamos nada de los hechos de la conquista el patrón conocido permite plantear que Roma habría sustituido la función rectora de este oppidum por lo que se conoce como «ciudad en llano». Sin pasar por alto el papel que pudieron haber jugado otros asentamientos como Iturrotz y Artzi/Señorío de Arce, el resultado supuso desplazar el centro político del territorio al lugar en el que se producía la confluencia de caminos en dirección al paso del Pirineo por Ibañeta, la ciudad de Iturissa.
Tanto los fragmentos de pulsera de pasta vítrea recogidos en las proximidades de lo que será la vía romana (Peñalver 2014), como la dispersión de ejemplares de monedas aquitanas del denominado «type au Y» (Callegarin 2009 pp. 23-24) son buenos indicios de la vitalidad de esta ruta en vísperas de la conquista al menos para el tramo entre el Pirineo y el yacimiento de Campo Real/Fillera.
Hacia el sur de este yacimiento la gran cantidad de miliarios ha permitido también una propuesta consistente sobre el trazado de esta calzada desde Caesaraugusta (Moreno 2009 pp. 168-177). Pese al volumen de miliarios dedicados a Augusto y Tiberio, la mencionada alusión a las legiones IIII Macedonica, VI Victrix y X Gemina, y la importancia de las ciudades y monumentos que se encuentran en su trayecto, esta vía no cuenta con referencias en las fuentes literarias. O al menos no en su extensión hasta la conexión con la Tarraco-Oiarso y en cualquier caso no en el Itinerario de Antonino sino en una obra ya del mundo tardoantiguo, el conocido como Anónimo de Rávena (Aguarod & Lostal 1982).
Aunque esta obra plantea no pocos problemas de interpretación es evidente que entre sus listados el que refiere la secuencia: Caesaraugustam-Seglam-Terracha-Carta-Pompelone-Iturisa (Rav. 311, 8-14) encaja con el recorrido de la vía que partiendo de Caesaragusta atraviesa los montes de Castejón para dirigirse a Ejea de los Caballeros (¿Seglam?) y el yacimiento de Los Bañales (¿Terracha?) desde donde, una vez llegado al mausoleo de los Atilios, una bifurcación permitía dirigirse a Cara. Hacia el norte la comunicación con Pompelo ha dejado restos de infraestructura viaria entre los yacimientos de Sabasan y Santa Lucía, sin embargo sus investigadores se decantan más que por una identificación de esta calzada con una vía secundaria que comunicara los asentamientos rurales de la zona (Mateo & Duró 2015 pp. 225-226). En cualquier caso, la continuación hacia el norte cuenta por el momento con los miliarios de Sabasán, Garínoain (Armendáriz & Velaza 2006b), y Añorbe antes de alcanzar Pamplona desde donde esta calzada conectaría con el tramo pirenaico de la Asturica-Burdigala.
«Allí mismo, mientras yo deploraba la extinción del pavimento de la vía romana, me relató el octogenario Sr. Urtasun cómo por los años 1878 y siguiente, al construirse la actual carretera de Zubiri a Espinal, careciéndose de cantera cercana, todo el pavimento de bidezar (camino viejo, el romano) que estaba a la vista en unos 800 metros y se utilizaba por los naturales del país, hubo de abandonarse, porque previa autorización superior, la piedra del mismo fue utilizada para construir el firme de la carretera, no sin gran contento de los constructores que calificaban de excelente el material y tan resistentes las argamasas, como la piedra misma, al propio tiempo que los testigos deploraban la destrucción de bidezar que era camino de eterna duración aunque muy duro.» (Altadill 1923 pp. 44-45)
El controvertido recorrido de la Caesaraugusta-Beneharnum y la calzada entre Iacca y Vareia
De todas las calzadas romanas del área pirenaica occidental que han sido objeto de un estudio sistemático queda por reseñar una vía que de Campo Real/Fillera parte en dirección este remontando el curso del río Aragón. Debemos su trazado al buen hacer de Isaac Moreno Gallo (2009 p. 60) y su estudio sobre la vía que el Itinerario de Antonino refiere como Item a Caesaraugusta Benearno. La propuesta sobre esta vía se aparta drásticamente de la tradicional visión de esta calzada como un camino en línea recta entre las actuales Zaragoza y Lescar (Arias 2001, Lostal 2006). Descartando la posibilidad de un recorrido que ascendiera en paralelo al río Gállego, Isaac Moreno (2009 p. 26) plantea un trazado que de Caesaraugusta se dirige en paralelo al Ebro hasta Gallur, desde donde cruzaría a la otra orilla para remontar el río Arba hasta Ejea de los Caballeros. A partir de aquí la vía continuaría por el recorrido ya referido y bien nutrido de miliarios y yacimientos. Es decir, atravesaría las ciudades que descansan en las ruinas de Los Bañales de Uncastillo, Cabeza Ladrero y Campo Real/Fillera desde donde una bifurcación llevaría por el tramo que nos ocupa al yacimiento del Forau de la Tuta para, continuando en paralelo al río Aragón, alcanzar Somport, el Summus Pyreneus de esta vía.
Prescindiendo de la compleja cuestión de las distancias[4], el problema de la identificación de los restos materiales de una calzada con los testimonios escritos por las fuentes literarias reside, para el caso de fuentes itinerarias antiguas, en la correspondencia entre nómina de poblaciones y evidencias arqueológicas. Esta hipótesis de trazado para la Caesaraugusta-Beneharnum supondría el paso por al menos seis emplazamientos que la historiografía considera con entidad de ciudad. Cinco de ellos mencionados por diferentes fuentes literarias grecolatinas: Alaun, Segia —probablemente Tarraga y Nemanturissa— y sin duda Iacca. A la lista hay que sumar la importante ciudad de Campo Real/Fillera y El Forao de la Tuta. Con lo que nos encontramos ante un punto controvertido pues la intensa urbanización del territorio hipotéticamente recorrido por esta calzada contrasta con el despoblado trayecto de la Caesaraugusta-Beneharnum. El Itinerario de Antonino se limita a mencionar únicamente dos poblaciones entre Caesaraugusta y el Pirineo: Forum Gallorum y Ebelinum (It.Ant. 452,7-9).
Alegar una perdida en el proceso de transmisión de los manuscritos del Itinerario de Antonino resulta poco convincente. No hay razones de peso —ni paralelos— para pensar en una involuntaria y desafortunada criba cuyo resultado hubiera deparado la omisión de tal cantidad de ciudades. Por otra parte Forum Gallorum y Ebelinum aparecen también en el Anónimo de Rávena en un listado más amplio que coincide en este silencio ofreciendo la secuencia: Caesaragusta-Foro Gallorum-Pacca-Iulia-Ebelino-Salam-Anabere (Rav. 309, 5-11). En este caso la negligencia de los copistas es aún menos verosímil pues ya hemos visto que en relación con el camino entre Caesaraugusta e Iturisa el Ravenate menciona parte de las ciudades, Seglam y Terracha (Rav. 311, 8-14), que esperaríamos encontrar en un hipotético recorrido de la Caesaraugusta-Beneharnum por las Cinco Villas. Para el Cosmógrafo de Rávena, Forum Gallorum y Ebelinum se encontraban en un área distinta de la de Segia y Tarraga, tal y como se representa en la reconstrucción de la desaparecida parte peninsular de la Tabula Peutingeriana.
[4] En el caso de la Caesaraugusta-Beneharnum la medida total de 112 millas (It.Ant. 452,6) queda lejos de la distancia real (Arias 2001, Lostal 2006). El problema se agudiza con el rodeo que supone la hipótesis de trazado por las Cinco Villas.
< Ravennatis anonymi cosmographia et Guidonis geographica : ex libris manu scriptis. Parthey, G. & Pinder, M. Berlin 1860. Tres páginas, tres áreas distintas, p. 309 Forum Gallorum; p. 310 Belsinon y p. 311 Segia y Tarraga, en la conocida como calzada de las Cinco Villas.
Las propuestas de localización de Forum Gallorum en Gallur y Ebelinum en Campo Real/Fillera (Moreno 2009 pp. 55-56) añaden varias cuestiones problemáticas. Como hemos visto Campo Real/Fillera cuenta con una hipótesis que la relaciona con la ceca ibérica arsaos, cuyo nombre latinizado consta muy probablemente en una inscripción de Sofuentes dedicada a una persona originaria de esta ciudad: Bucco Eusadansis f(ilius) Arsitanus (AE 1977, 476). No hay por el momento argumentos definitivos, pero en el estado actual de nuestros conocimientos y habida cuenta de la evolución histórica del emplazamiento y su importancia, una identificación con *Arsi resulta más convincente que la relación con un asentamiento como Ebelinum conocido únicamente por fuentes itinerarias y que por tanto bien pudiera ser una pequeña población al servicio de la vía, algo muy alejado de lo que sugiere la entidad de los restos recuperados en Campo Real/Fillera.
La ubicación de Forum Gallorum en Gallur (Moreno 2009 p. 32) —planteada como mera duda por Antonio Tovar (1989 p. 392) antes de conocerse los bronces de Gallur y Agón— descansa sobre una segunda conjetura pues implica la identificación del Forum Gallorum de las fuentes itinerarias con el pagus Gallorum conocido por dos epígrafes (AE 2010, 732; HEp 2014/15, 789). La relación de pagus Gallorum con Gallur parece clara, el paso de una calzada también, un miliario dedicado a Augusto lo certifica. De hecho al menos tres recorridos del Itinerarium Antonini Augusti harían su paso por este espacio. Ninguno de ellos menciona Forum Gallorum. Dejando a un lado el itinerario que implica el paso por Turiasone, Caravi y Caesaraugusta (It.Ant. 442,4-443,2) en el que no es evidente, aunque muy probable, que el trayecto discurriera por el «pago de los Galos», la sucesión de etapas donde debería aparecer refieren Caesaraugusta-Cascanto-Calagurra (It.Ant. 392,1-393,1); Balsione-Allobone-Caesaraugusta (It.Ant. 443,3-444,2) y Graccuris-Bellisone-Caesaraugusta (It.Ant. 450,5-451,2). Estos dos últimos son de especial interés ya que Balsione/Bellisone es el Belsinon inscrito en el bronce de Agón (HEp 2014/15, 789), el mismo en el que aparece pagus Gallorum, pero sin mención alguna a Forum Gallorum. Por su parte el Anónimo de Rávena depara la misma situación con la secuencia Caesaraugusta-Belsionem-Turriasson (Rav. 310,16-311,1) sin aludir a Forum Gallorum que, como hemos visto más arriba, aparece en otro listado. En conclusión, Forum Gallorum solo consta de camino al Pirineo, nunca en los trayectos que con seguridad pasaban por Gallur. Más allá de la evidente similitud toponímica entre Forum Gallorum y pagus Gallorum no podemos perder de vista que si partiendo de Caesaraugusta la primera parada en la via a Beneharnum era Forum Gallorum, la primera etapa del camino a Osca era Gallicum (It.Ant. 451,3), lo que nos deja igualmente un contexto de topónimos relacionados con los galos al norte de Caesaraugusta[5].
Pero la pregunta que no puede eludirse en esta discusión es: ¿Puede un forum asimilarse a un pagus hasta el punto de considerar que Forum Gallorum y pagus Gallorum aluden a una misma entidad?
La respuesta tiene consecuencias que van más allá del diseño de la red viaria e implican cuestiones históricas relevantes para entender el proceso de conquista y estructuración de la región. Roma organizó el territorio con una serie de asentamientos ordenados en categorías según su estatuto jurídico. La lista más conocida y completa refiere municipium, colonia, praefectura, forum y conciliabulum entre las diferentes titulaciones cívicas en las que se estructuraban las comunidades urbanas (Tarpin 1999 pp. 281-285). La vía entre Caesaraugusta y Beneharnum tiene la particularidad de contar con dos fora en su recorrido, Forum Gallorum y Forum Ligneum (It.Ant. 452,10). Una mirada general a la distribución de fora a lo largo del Imperio nos lleva a otras zonas de montaña como los Apeninos y los Alpes, de evidente interés para una comparación con los Pirineos. Así, Forum Claudii Vallensium y Forum Claudii Ceutronum se encontraban de camino a los pasos alpinos más importantes, el Gran y Pequeño San Bernardo (Crespo 2009 pp. 290-291). No son los únicos ejemplos, Forum Iulii, Forum Vibii y Forum Germanici se fundaron al pie de los Alpes siguiendo un patrón que es aún más acusado en las estribaciones de los Apeninos donde los fora se suceden a lo largo de la via Aemilia. Existe por tanto una analogía entre los ejemplos pirenaicos y los alpinos en tanto en cuanto ambos se ubicaron al pie de la montaña o en torno a los principales pasos. Pero la comparación nos trae más cuestiones pues estos fora no son meros mercados, son centros políticos que incluso alcanzan el rango de capital provincial. Del mismo modo, aunque a un nivel inferior, los fora que Ptolomeo menciona en el noroeste peninsular (Forum Gigurrorum, Forum Bibalorum, Forum Limicorum, Forum Narbasorum) son el asentamiento de referencia de sus respectivas comunidades.
[5] A los que hay que añadir Γάλλικα Φλαουία, Gallica Flavia, situada por Ptolomeo (II 6, 67) al este de Caesaraugusta. La historiografía cita con cierta frecuencia el río Gállego como «el Gallicus (o Gallicum) flumen de las fuentes antiguas» sin incluir referencia alguna, lo que generalmente es un sólido indicio de que tales fuentes no existen. La TIR K-30 no lo recoge, el «Map-by-Map Directory. Map 25 p. 411» que acompaña al Barrington Atlas of the Greek and Roman World lo incluye en el apartado «False toponym».
Por tanto cabe deducir que Forum Gallorum pudo haber sido un núcleo relevante desde un punto de vista político o, dicho de forma más precisa, un centro cívico situado en un espacio rural disperso, dotado de funciones administrativas, políticas y comerciales. Lo que en esencia vendría a ser una definición de forum (Fernández Ochoa et al. 2014 p. 121). Al igual que se ha planteado para otras áreas del entorno pirenaico —pensemos por ejemplo en el caso de Labitolosa— en zonas eminentemente rurales o territorios en los que no existía una tradición urbana previa, Roma crea o promociona un núcleo sin un entramado urbanístico definido, una civitas sine urbe, una ciudad sin ciudad (Oller 2010 p. 191-192). Esta sería una situación que se adecúa a las características del área de alta montaña en la que se encuentra Forum Ligneum[6]. Pero también a la escasamente urbanizada región por la que tradicionalmente se venía asumiendo que transcurría lo que el Itinerario de Antonino refiere como Item a Caesaraugusta Benearno, donde solamente se indican dos poblaciones entre Caesaraugusta y el Pirineo[7]. Es decir, un lugar próximo al río Gállego en el Prepirineo aragonés. Ambos casos serían también coherentes con un aspecto observado en otros fora, entendidos como fundaciones militares situadas en áreas bajo control de las legiones en época de Augusto[8]. Para el caso de Forum Gallorum recordemos que junto a las inscripciones alusivas a las legiones VI Victrix, X Gemina y especialmente la IIII Macedonica en el entorno de Ejea de los Caballeros, Los Bañales de Uncastillo y Cabeza Ladrero, Osca parece haber jugado un papel relevante en la campaña contra los cerretanos (Aguilera 2016, Olesti 2017 p. 178). Una localización próxima al Gállego, al norte de Gallicum y en torno a las sierras exteriores situaría Forum Gallorum en el centro de esta área.
Como vemos el marco general que nos deja la comparación con los ejemplos más próximos plantea dificultades a la identificación de Forum Gallorum con pagus Gallorum. Recordemos para concluir que los pagi eran los distritos rurales en los que se repartía el territorio de la civitas (Gómez Pantoja 2009 p. 90; «pagus correspond a une portion de territoire et non à une agglomération», Tarpin 1999 p. 285). La civitas contaba con un ager, o territorium, que se dividía en pagi y estos a su vez en fundi, conformando las unidades administrativas de la estructura territorial (Cortijo 1991 p. 116). En el caso concreto del pagus Gallorum se trata de uno de los distritos que componían el territorio de la colonia Caesar Augusta formando parte de la organización catastral del suelo. Como sus vecinos del pagus Segardinensis, eran pagani de Caesaraugusta (Tarpin 2014 p. 272). Adecuar las características generales observadas en los fora —de los Apeninos a Gallaecia pasando por los Alpes— a un asentamiento a orillas del Ebro integrado en el territorio de la colonia Caesar Augusta pudiera ser más complejo que lo que la similitud toponímica sugiere.
Junto a la supuesta identificación de Forum Gallorum con pagus Gallorum, otro de los argumentos aducidos para descartar el transcurso de esta vía por el valle del Gállego sería la dificultad que supondría atravesar la Sierra de la Peña (Moreno 2009 p. 23). Sin embargo Juan Mari Martínez Txoperena y Rafael Zubiria (2022 p. 14) no solo no ven una dificultad insalvable en este paso sino que consideran la posibilidad de que la calzada entre Tarraco y Oiarso transcurriera precisamente por este espacio hasta alcanzar el tramo con el que hemos iniciado este apartado, el que descendiendo por el río Aragón llega hasta Campo Real/Fillera.
Sin descartar la posibilidad de que este segmento formara parte de alguna de las vías recogidas por las fuentes clásicas es innegable que la calzada comunicaba al menos Iacca con la ciudad de Campo Real/Fillera, ciudad en la que se producía una confluencia de caminos. No solo de las ya comentadas carreteras entre Tarraco y Oiarso y entre Caesaraugusta y el Pirineo, basta revisar la distribución de miliarios para vislumbrar el trayecto de una vía que desde Campo Real/Fillera conectara con el yacimiento de Santa Criz para, siguiendo por el recorrido marcado por los miliarios de Garínoain y Artajona, alcanzar Andelo. A partir de aquí otra cadena de miliarios permite llevar el trazado hasta Los Arcos, donde probablemente se encontrara Curnonium. Entre esta ciudad y Vareia no constan miliarios aunque sabemos por Estrabón (III 4, 12) de la existencia de un paso, lo que permite deducir el transcurso de un camino. Sería lo que buena parte de la historiografía ha dado en llamar la calzada Iacca-Vareia, o de Jaca a La Rioja (Sayas & Peréx 1987 p. 603-605; Lostal 1992 p. 255; Armendáriz & Velaza 2006a pp. 121-124; Armendáriz & Velaza 2006b pp. 139-143) que desde hace ya más de un siglo viene generando una abundante bibliografía (Andreu & Armendáriz 2018 pp. 41-48).
Para concluir no puede quedar sin mención que el avance en el conocimiento de la red viaria romana del Pirineo occidental atañe también a sus propias características constructivas. Gracias a una serie de sondeos se ha podido determinar su estructura y cómo se elaboraban. «Se retiraba la tierra vegetal hasta eliminarla completamente y en esta zanja se vaciaba y extendía piedras y gravas de tamaño grueso. A continuación se extendía otra capa de zahorras menos gruesas. Se terminaba con la capa de rodadura a base de gravas y arenas finas bien compactadas. Todo esto conformando un perfil alomado [de 60-70 cm de espesor] que evacuara las aguas de lluvia rápidamente a cunetas y terraplenes.» (Martínez-Txoperena & Zubiria 2017 p. 188). Lejos de la imagen tan popularizada de empedrados a base de gruesas losas visible en la Vía Apia, nos encontramos ante carreteras que, como la mayoría de ejemplos conocidos en otras regiones del Imperio Romano, no son otra cosa que caminos de grava tal y como los describen Livio (XLI 27) y Plutarco (Grac. 7) De este modo resultan más comprensibles textos como los de Cicerón en referencia a la «vía calurosa y polvorienta» (aestuosa et pulverulenta via, Att. V 14,1) y Suetonio (Cal. 43,1) cuando relata como Calígula exigía que a su paso se regara el firme para evitar una molesta polvareda.
[6] Por su situación a 5 millas de Summus Pyreneus se ha identificado con Urdos (CAG 64 p. 60) o tal vez con Les Forges d’Abel y el antiguo Auberge de Peilhou de cuyo entorno procede un miliario (Bost 2008 p. 220). Aunque por su nombre se ha visto en Forum Ligneum un simple asentamiento vinculado a la comercialización de madera, habría que tener en cuenta que el uso de los fora como mercados se explicaría más bien debido a su función política, administrativa y militar y no por la eventual importancia económica del lugar. (Crespo 2009 p. 289)
[7] El Anónimo de Rávena si bien incluye cuatro poblaciones más —dos de ellas, Pacca y Iulia, entre Forum Gallorum y Ebellinum— no trastoca la imagen. Carentes de otras atestiguaciones es probable que fueran asentamientos menores.
[8] Crespo 2009 p. 292. «Forum, dans l’usage courant, désigne une place dans une ville ou un établissement généralement situé dans les zones avancées de la conquête.» (Tarpin 2009 p. 137).

Bibliografía
Aguarod Otal, Mª. C. & Lostal Pros, J. 1982: «La vía romana de las Cinco Villas». Cæsaraugusta, 55-56, pp 167-218.
Aguilera Hernández, A. 2016: «Nuevas perspectivas numismáticas en torno a la promoción del Municipium Vrbs Victrix Osca». Revista Numismática Hécate, 3, pp. 79-95.
Altadill, J. 1923: De re geographico-histórica : vías y vestigios romanos en Navarra. San Sebastián Imprenta de la Diputación de Guipúzcoa.
Amela Valverde, L. 2000-2001: «La vía Tarraco-Oiasso (Strab. 3, 4, 10)». Pyrenae, 31-32, pp. 201-208.
Amela Valverde, L. 2011: «De nuevo sobre la vía Tarraco-Oiasso (Str. 3, 4, 10)». Pyrenae, Vol. 42, Nº. 1, pp. 119-128.
Andreu Pintado J, Armendáriz Martija J, Ozcáriz Gil P, García Barberena, Unzu M, & Jordán-Lorenzo Á. A. 2008: «Una ciudad de los Vascones en el yacimiento de Campo Real/Fillera (Sos del Rey Católico/Sangüesa)». Archivo Español de Arqueología, 81, pp. 75-100.
Andreu Pintado, J. & Armendáriz Martija, J 2018: «La “vía romana de la Navarra Media” entre las ciuitates de Campo Real/Fillera de Sos del Rey Católico (Zaragoza) y Santa Criz de Eslava (Navarra)». Studium, magisterium et amicitia: homenaje al profesor Agustín González Enciso / coord. por Rafael Torres Sánchez, pp. 41-48.
Arias, G. 2001: «La via transpirenaica construida por legionarios galorromanos». El Miliario Extravagante 76, pp. 16-21.
Armendáriz Martija, J. 2009: De aldeas a ciudades: El poblamiento durante el primer milenio a. C. en Navarra. Gobierno de Navarra, Pamplona.
Armendáriz Martija, J. & Velaza, J. 2006a: «Dos miliarios romanos en Arellano contribución al estudio de las comunicaciones viarias en época romana en Navarra». TAN, 19, pp. 109-126.
Armendáriz Martija, J. & Velaza, J. 2006b: «El miliario de Garínoain (Navarra), cruce de caminos en la vía entre Cara (Santacara) y Pompelo (Pamplona)». TAN, 19, pp. 127-146.
Beltrán Lloris, F. 1992: «Caesar Augusta, ciudad de Augusto». Cæsaraugusta, 69, pp. 31-44.
Beltrán Lloris, F. 2007-2008: «Marcas legionarias de la VI Victrix y la X Gemina en el foro de Caesar Augusta» Veleia, 24-25, pp. 1069-1079.
Bost, J-P. 2008: « A Caesaraugusta Benearno. Remarques sur la voie d’Aspe ». Aquitania 24, pp. 219-222.
Buffières L. de, « L’empreinte romaine sur la voie historique des Ports de Ciser » Château Pignon Commune de Saint-Michel (Pyrénées-Atlantiques) Rapport des opérations archéologiques 2014 et 2015. pp. 151-164.
Callegarin, L. 2009: «Les monnaies des peuples aquitains». Aquitania 25, pp. 21-48.
Canto, A. M., Iniesta Ayerra, J., & Ayerra Alfaro, J. 2018: «Epigrafía funeraria inédita de un área romana inédita: Tafalla y el Valle del río Cidacos (Navarra)». Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra, 6, pp. 63-98.
Cortijo Cerezo, Mª. L. 1991: «El pagus en la administración territorial romana. Los pagi de la Bética». Florentina Iliberritana, 2, pp. 99-116
Crespo, C. 2011: «Los fora de época imperial: los ejemplos alpinos y sardos». Veleia 26, pp. 287-295.
Fernández Gómez, J. 2009: «Arsaos reflexiones históricas, geográficas y tipológicas en torno a una ceca indígena en territorio vascón». Los vascones de las fuentes antiguas: en torno a una etnia de la antigüedad peninsular / coord. por Javier Andreu Pintado, pp. 339-370.
Fernández Ochoa, C., Salido Domínguez, J. & Zarzalejos Prieto, M. 2014: «Las formas de ocupación rural en Hispania. Entre la terminología y la praxis arqueológica». CuPAUAM 40, pp. 111-136.
García Alonso, J. L. 2003: La Península Ibérica en la Geografía de Claudio Ptolomeo. Anejos de Veleia. Serie minor.
Gómez Fraile, J. M. 2007: «Fundamentos numéricos de la Citerior en la Geografía de Estrabón». Gallaecia Nº 26, pp. 313-336.
Gómez Pantoja, J. 2009: «No siempre la inscripción es lo más importante. El bronce de Gallur y las tesserae pagi» Hispania y la epigrafía romana. Cuatro perspectivas, Rodríguez-Neila, J. F. (dir.), Faenza, pp. 83-132.
Jordán Lorenzo, Á. A. 2011: «Inscripciones, monumentos anepígrafos, dudosos, sellos y grafitos procedentes del municipium ignotum de Los Bañales de Uncastillo». Cæsaraugusta, 82, pp. 289-336.
Lostal Pros, J. 1992: Los miliarios de la provincia tarraconense (conventos tarraconense, cesaraugustano, cluniense y cartaginense). Diputación Provincial de Zaragoza, Institución Fernando el Católico.
Lostal Pros, J. 2006: «El miliario del Somport y la vía Beneharno-Caesaraugusta». El Nuevo Miliario 2, pp. 24-27.
Martínez Gázquez, J. 1992: La campaña de Catón en Hispania. Universitat de Barcelona.
Martínez Txoperena, J.M. & Zubiria Mujika, R. 2017: «La vía de Hispania a Aquitania en el paso del Pirineo por Ibañeta». Jornadas sobre las calzadas romanas en la Antigüedad, Sociedad de Ciencias Aranzadi, pp. 151-204.
Martínez Txoperena, J.M. & Zubiria Mujika, R. 2022: La Vía romana Tarraco Oiasso en Navarra y otros caminos mineros. Aranzadi Zienzia Elkartea-Sociedad de Ciencias Aranzadi.
Martínez Txoperena, J.M. 2022: De Hispania in Aquitaniam Ab Asturica Burdigalam. Tramo de Pompelo a Iturissa metro a metro. megalitos.txoperena.es
Mateo Pérez, Mª. R. & Duró Cazorla, A. 2015: «Hallazgo de una infraestructura viaria en Tafalla, Navarra». TAN, 27, pp. 221-227.
Michelena, L. 1956: «Guipúzcoa en la época romana». RSVAP, Vol. 12 Núm. 1, pp. 69-94.
Moreno Gallo, I. 2009: Item a Caesarea Augusta Beneharno. La carretera romana de Zaragoza al Bearn. IFC-Centro de Estudios de las Cinco Villas.
Olesti Vila, O. 2017: «Augusto y el control de los territorios pirenaicos». Gerión, Vol. 35, Nº Esp. pp. 163-190.
Oller Guzmán, J. 2011: «La ciudad sin ciudad: la ciuitas sine urbe como elemento de control territorial». Estrat Crític 5. Vol.1, pp. 190-203.
Peñalver Iribarren, X. 2014: «Los brazaletes de vidrio en Euskal Herria. Contexto arqueológico». Kobie. Serie Paleoantropología, 33, pp. 59-78.
Pérex Agorreta, Mª. J. & Unzu Urmeneta, M. 1997-98: «Necrópolis y poblado de época romana en Espinal (Navarra)», TAN, 13, pp. 75-156.
Sayas Abengochea, J. J. & Pérex Agorreta, Mª. J. 1987 «La red viaria de época romana en Navarra». Príncipe de Viana. Anejo, 7, 1987 (Ejemplar dedicado a: Primer Congreso General de Historia de Navarra. Comunicaciones), pp. 581-609.
Tarpin, M. 1999: « Oppida ui capta, uici incensi… Les mots latins de la ville ». Latomus, T. 58, Fasc. 2, pp. 279-297.
Tarpin, M. 2009: « Organisation politique et administrative des cités d’Europe occidentale sous l’Empire». Pallas 80, Rome et l’Occident : IIe siècle avant J.-C. – IIe siècle après J.-C. pp. 127-145.
Tarpin, M. 2014: «La Lex rivi Hiberiensis : une restitution graphique de l’incipit». ZPE, 192, pp. 265-272.
Tovar, A. 1989: Iberische Landeskunde II. Las tribus y las ciudades de la antigua Hispania. Tomo III. Tarraconensis.
Unzu Urmeneta, M. & Pérex Agorreta, Mª. J. 2010: «Segunda necrópolis de incineración de época romana en Espinal (Navarra)» TAN, 22, pp. 93-114.
Los mapas se elaboraron a partir de ASTER GDEM y MDT05 (1ª Cobertura) del CNIG. Mapas y texto de Eduardo Artica.