El particularismo aquitano constatado por las fuentes literarias antiguas tiene su reflejo en la numismática. Dentro de los límites de la Aquitania etnográfica —el triángulo comprendido entre el Océano, los Pirineos y el río Garona— se batió moneda con unas características y una circulación que la diferencia de las variadas acuñaciones del entorno. Atendiendo a su distribución geográfica y al estudio propiamente numismático de las piezas (análisis estilístico, metrología, etc.) la amonedación aquitana puede ordenarse en dos conjuntos. Por un lado el grupo sud-occidental correspondiente en líneas generales con lo que se había denominado «monedas tarusates». Por otra parte estarían las monedas sotiates, que engloba tanto a las conocidas como «elusates», o preferiblemente como au cheval, y las propiamente «sotiates» o à la louve. Por tanto, pese a que la historiografía había establecido una clasificación de los diferentes tipos de acuñaciones a partir de denominaciones étnicas, surgiendo así las monedas «tarusates», «elusates» y «sotiates», tal denominación sería aceptable únicamente para esta última etnia.
Para dar un contexto a la circulación monetaria el mapa muestra los principales núcleos de población clasificados según su extensión estimada. La distribución de asentamientos —siempre provisional y pendiente de las precisiones y avances de la investigación arqueológica— se complementa con los pueblos de Aquitania sometidos por Craso cuya ubicación es segura o probable. Por tanto, la referencia es la relación que ofrecen los Comentarii, incompleta como el propio César reconoce, pero la más próxima al período de acuñación y circulación de la amonedación aquitana[1].
[1] Sotiates (Caes. B.G. III 20-21); Tarbelli, Bigerriones, Ptianii [Ptiani, Pthiciani, Preciani, Lacianii], Vocates, Tarusates, Elusates, Gates [Gaiites, Gartes, Garites], Ausci, Garumni, Sibuzates [Sibutzates], Cocosates: paucae ultimae nationes anni tempore confisae, quod hiems suberat, id facere neglexerunt. (Caes. B.G. III 27). El mapa no muestra a los Ptianii y Gates por falta de indicios apreciables para su ubicación. Para los Garumni se ha optado por reformular una idea ya planteada por Hirschfeld 1897, p. 456, n. 12.
•Grupo monetal aquitano sud-occidental•
Compuesto por tres series de monedas de plata anepigráficas y anicónicas sin otro distintivo que unas características protuberancias es posible distinguir dos tipos en lo que se venía conociendo como moneda «tarusate». El tipo Pomarez y el tipo Beyrie, tomando su nombre de las poblaciones donde se encontraron dos importantes depósitos. Teniendo en cuenta que dispersión de monedas del tipo Pomarez describe un área geográfica en torno a la cuenca media del río Adour resulta preferible esta denominación que la que tradicionalmente asumía una relación con los tarusates. Etnia cuya ubicación y extensión ya resulta problemática de por sí[2]. En el caso del tipo Beyrie con un territorio restringido a las proximidades de Lescar, la antigua Beneharnum, los indicios sí permitirían plantear una relación con un pueblo concreto, los Venarni (Plin. N.H. IV 108) o Beneharni.
Aunque su presencia resulta mínima dentro de un conjunto heterogéneo de monedas y materiales, la aparición de unas pocas piezas del tipo Beyrie en ocultaciones ocurridas en el contexto de la Segunda Guerra Púnica es crucial en la datación de esta amonedación en el cambio de los siglo III-II a.C.

El conjunto monetal aquitano sud-occidental se ha ampliado con un tercer tipo reconocible por una incisión en forma de Y (o de T). Es el peor conocido del grupo ya que sus hallazgos no se han producido en contextos arqueológicos sino en prospecciones clandestinas sin más información que su origen en el entorno de Itxassou y Cambo-les-Bains y en la zona de Aoiz-Sangüesa, lo que supone una circulación que transciende los límites del territorio aquitano. A estos testimonios hay que añadir un conjunto de 21 ejemplares descubierto en Fraga que fechado en la Segunda Guerra Púnica permite datar estas piezas entre finales del siglo III a. C. e inicios del II a.C.
[2] El mapa los sitúa en torno al Tursán, si bien no hay ningún argumento definitivo más allá de la mera tradición historiográfica al igual que la ubicación de los Vocates como sus vecinos septentrionales.
•Grupo Sotiate•
El conjunto numismático sotiate comprende al menos dos tipos bien diferenciados. El conocido tradicionalmente como «elusate», o de manera más descriptiva y objetiva au cheval, y el propiamente sotiate o à la louve. El primero de ellos, consta de cuatro series distintas fechadas entre finales del siglo III a.C. (con presencia en el tesoro de Armuña de Tajuña, nuevamente vinculado a la Segunda Guerra Púnica) y finales del siglo II a. C. A diferencia de las sud-occidentales estas acuñaciones tanto de plata como de bronce sí cuentan con elementos iconográficos característicos. Un caballo orientado hacia la izquierda con un ave sobrevolando su grupa es el elemento más significativo. Ambas figuras tienden a una progresiva geometrización visible en la comparación de las cuatro series. Evolución que también es observable en el anverso, anicónico en las dos primeras series, apareciendo en la tercera una cabeza femenina dislocada prácticamente irreconocible en la cuarta serie. El modelo iconográfico se encuentra probablemente en imitaciones galas de acuñaciones de Filipo II de Macedonia.

Aunque tradicionalmente la historiografía ha atribuido estas piezas a los elusates, no existen argumentos decisivos que avalen tal tesis. Efectivamente circularon por el territorio elusate pero lo que se desprende de su dispersión geográfica no solo implica otros espacios étnicos limítrofes tanto al norte como al este sino que evidencia una estrecha convivencia con las monedas sotiates. Los hallazgos de estas piezas se concentran en la región comprendida entre los ríos Adour y Gers, en el entorno de los principales núcleos de población y, lo que es más significativo, en paralelo a los hallazgos de las monedas inequívocamente sotiates. Por tanto probablemente las conocidas como «monedas elutases» no sean sino el antecedente prerromano de las acuñaciones à la louve que, en consecuencia, constituirían la quinta serie.
Las monedas à la louve, atribuidas sin duda a los sotiates, suponen la última acuñación indígena existente en Aquitania. Batidas tanto en plata como en bronce presumiblemente en el oppidum de Sos, su elemento más significativo reside en el hecho de ser la única serie con leyenda. El epígrafe rex adietvanus f f, figura alrededor de la mencionada cabeza dislocada, ahora ya un mero conjunto de «comillas», complementada en el reverso con el nombre de la etnia, sotiota, sobre la imagen de una loba. El nombre del rey Adietuanus junto con el etnónimo permite la identificación con el sotiate Adiatunnus mencionado por César[3] permitiendo fechar su emisión a mediados del siglo I a. C. La loba de inspiración romana presente en el reverso apunta a un denario de P. Satrienus como modelo iconográfico.
[3] Adiatunnus, qui summam imperii tenebat (Caes. B.G. III 22). Ver traducción al castellano aquí. Ἀδιάτομον τὸν τῶν Σωτιανῶν βασιλέα ἔθνος (Ath. VI 54).


La amonedación sotiate pueda tal vez ampliarse a un tercer tipo, el conocido como à la croix à «la fleur trilobée». Engrosando el amplio catálogo de acuñaciones que surgieron tomando como modelo las imitaciones de dracmas de Ῥόδη (Rhode), las monedas à la croix à «la fleur trilobée» se ciñen a una reducida dispersión cuyo centro geográfico se encuentra en Sos. Por ello, concentrando buena parte de las escasa piezas conocidas, sería posible plantear su hipotética acuñación en el oppidum de los sotiates.

•Relaciones transpirenaicas•
Una clasificación bipartita de la amonedación aquitana con sus respectivas áreas geográficas, una sotiate y otra sud-occidental, evoca en buena medida el relato de la campaña contra los aquitanos tal y como refieren los Comentarii. Según César, Craso desarrolla su ofensiva militar en dos fases. Primero irrumpe en Aquitania enfrentándose y sometiendo a los sotiates para dirigirse acto seguido contra vocates y tarusates. Coherente con la identificación de dos conjuntos monetales, en este último enfrentamiento la relación con la circulación monetaria cuenta con un significativo correlato en la narración de César pues los aquitanos mandaron emisarios a las ciuitates de la Hispania Citerior que limitan con Aquitania obteniendo auxilia y duces. (Caes. B.G. III 23). Una relación tan intensa como la que sugiere César —hasta el punto de que los aquitanos otorgan el mando a jefes llegados del otro lado del Pirineo, «aquellos que habían acompañado siempre a Quinto Sertorio»— resulta un aspecto cotejable con la circulación monetaria. La distribución de moneda ibérica muestra una presencia significativamente elevada en la región al sur del Adour solapándose con el área de dispersión de los tipos sud-occidentales. La proximidad geográfica se hace notar en el origen de los bronces y denarios ibéricos. Ya sea en forma de piezas originales o de imitaciones locales de iaka, los ejemplares de esta ceca junto con los de baskunes son predominantes a lo largo del Cami Salié, histórica vía de trashumancia.
Fuera de la cuenca del Adour —el Atyr o Aturrus de las fuentes latinas— la presencia de numerario ibérico desciende. No obstante las cecas ibéricas circularon por parte del área de dominio de la amonedación sotiate. Su distribución resulta muy significativa pues coincide en buena medida con el trazado viario descrito en el Itinerarium Burdigalense y la Tabula Peutingeriana. En este caso la procedencia de las piezas se desplaza hacia la región nororiental de Hispania predominando los ejemplares de bolskan, iltirta, untikesken, kese, ilturo, iltirkesken… siendo kelse la única cuya distribución se encuentra tanto en torno al Adour como al Garona. Al norte de la cadena de hallazgos de monedas ibéricas que va de Saint-Jean-Poutge, la mutatio Vanesia (Bur. 550, 7) hasta el Garona, su presencia se limita a los grandes núcleos de población. Conforme la moneda ibérica decae es la céltica la toma el relevo con sus características monedas à la croix. En ese espacio de transición entre ambos conjuntos es donde se produce el área de circulación de numerario sotiate, interpuesto entre el área máxima de dispersión de moneda ibérica y el dominio meridional de la céltica.
En comparación la circulación exterior de numerario aquitano es muy limitada. Al sur de los Pirineos con la excepción de los ejemplares del tipo de la Y en el prepirineo, los hallazgos se circunscriben a tesorillos de la II Guerra Púnica donde ejemplares de los tipos Beyrie y au cheval aparecen mezclados con monedas de diferente tipología. En la Galia, fuera de Aquitania, y al margen de la atracción ejercida por la antigua Tolosa, se percibe una proyección hacia el macizo central. En este caso casi exclusivamente de moneda sotiate que alcanza regiones más septentrionales al norte del Sena e incluso en Britannia.
Imitación de iaka, tesoro de la La Grotte d’Apons (Écomusée de la Vallée d’Aspe) MIB.
La presencia de ejemplares sotiates en estas regiones, tanto en la Gallia Belgica como en Britannia resulta especialmente reseñable en relación con los Pirineos pues estas piezas muestran una distribución muy similar a las imitaciones galas de baskunes. Monedas que circularon por el territorio de ambianos y belóvacos tomando como modelo iconográfico el reverso de baskunes. La copia no se limita a la mera representación del jinete sino que hace una particular interpretación de su leyenda paleohispánica transcribiéndola sin sentido como imonio (en ocasiones la leyenda secundaria benkota como bentata).
Sobre los iconos utilizados en los mapas: Emoji One colored circles

Callegarin, L. «Les monnaies des peuples aquitains». Aquitania 2009, 25 pp. 21-48.
Debo un muy especial agradecimiento a Laurent Callegarin y Eneko Hiriart sin cuya generosidad no hubiera sido posible la elaboración de esta entrada.